Un perro que había irrumpido en una carnicería
mientras el carnicero estaba ocupado arrebató un
corazón y huyó a todo correr. Cuando el carnicero se
volvió y lo vio huir, dijo: «¡Eh tú!, sabe que,
dondequiera que estés, me cuidaré de ti, pues no me
has quitado un corazón, sino que me lo has dado».
La fábula muestra que muchas veces los infortunios
se convierten en enseñanza para los hombres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario