Un verano, hacia el mediodía, unos caminantes,
agotados por el calor, vieron un plátano, se acercaron a
él y se echaron a descansar tumbados a su sombra.
Levantando la vista hacia el plátano le decía el uno al
otro que ese árbol infructuoso no era muy útil para los
hombres. Y el plátano, respondiendo, dijo:
«Desagradecidos, aún estáis gozando de un beneficio
procedente de mí y me llamáis inútil e infructuoso».
Así también algunos hombres son tan
desagradecidos que se muestran incapaces de
reconocer el beneficio que otros les proporcionan.
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