Unos caminantes que iban por la costa llegaron a un
mirador y, al ver desde allí un matojo flotando a lo
lejos, pensaron que era una gran nave. Por ello
aguardaban a que fuese a fondear. Cuando el matojo,
llevado por el viento, estuvo más cerca, ya no les
parecía ver una nave, sino una barca. Pero, al
comprobar que se trataba de un matojo, le dijo uno al
otro: «En vano esperábamos nosotros lo que no era
nada».
La fábula muestra que algunos hombres que a
primera vista parecen ser terribles, cuando llegan a la
prueba, se muestran dignos de nada.
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