Un perro de caza que había atrapado una liebre,
unas veces la mordía, otras le lamía el hocico. Ésta,
harta, le dijo: «Pero ¡tú!, deja de morderme o besarme,
para que sepa si eres enemigo o amigo mío».
La fábula es oportuna para un hombre ambiguo.
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