Un hombre que había cazado una perdiz iba a
degollarla. Ella le suplicaba diciendo: «Deja que viva
y, a cambio de mí, yo cazaré para ti muchas perdices».
Él respondió: «Por eso mismo estoy decidido a
sacrificarte, porque quieres tender trampas a tus
parientes y amigos».
Que quien maquina artimañas insidiosas contra sus
amigos caerá él mismo en sus trampas.
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