Un hombre que había comprado un loro lo llevó a
vivir a su casa. El loro, como animal manso que es,
saltó sobre el hogar y se posó en él, y desde allí gritaba
alegremente. Una comadreja, al verlo, le preguntó
quién era y de dónde había venido. El loro dijo: «El
amo me ha comprado hace poco». «Y bien —dijo
ella— tú, el más osado de los animales, un recién
llegado, gritas de tal manera, cuando a mí, nacida en la
casa, los amos no me lo permiten, sino que, si en
alguna ocasión lo hago, se enfadan y me echan.» El
respondió: «Señora de la casa, márchate lejos, pues los
amos no se enfadan del mismo modo con mi voz que
con la tuya».
La fábula es oportuna contra un hombre criticón
que intenta siempre echar las culpas a otros.
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