Un mono, sentado en lo alto de un árbol, al ver que
unos pescadores echaban una red barredera en un río,
observaba lo que hacían y, al dejar éstos la red y
retirarse un poco para comer, bajó del árbol e intentó
imitarlos —dicen, en efecto, que este animal es
imitador—. Pero al coger las redes, se enganchó y
corría peligro de ahogarse. Y se dijo a sí mismo: «Es
justo lo que me ha pasado, pues ¿por qué, sin saber
pescar, me puse a ello?».
La fábula muestra que el intento de lo que en
absoluto interesa no sólo es inútil, sino también
dañino.
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