Un burro que tenía una herida en el lomo pacía en
un prado. Al posarse sobre él un cuervo le golpeó la
herida, entonces el burro al sentir dolor se encogió y
dio un brinco. El arriero que estaba alejado, sonrió; y
un lobo que pasaba cerca lo vio y se dijo así mismo:
«¡Desdichados de nosotros, que nos persiguen con sólo
vernos y, en cambio, cuando ésos se acercan, se ríen!».
La fábula muestra que los hombres que obran mal
se ponen en evidencia por su propio aspecto y a
primera vista.
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