Dicen que los monos engendran dos crías y que
aman a una de ellas y la crían con cuidado, en cambio
a la otra la aborrecen y la abandonan. Ocurrió, por una
cierta suerte divina, que la más mimada, abrazada
dulce y estrechamente a la madre, se ahogó y la
desdeñada salió adelante.
La fábula muestra que la suerte resulta más
poderosa que la previsión.
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