Los dioses se casaron con quien a cada uno le tocó
en suerte. La Guerra asistió al último sorteo. Sólo
consiguió al Desenfreno y, muy enamorada de él, se
casó. Lo acompaña a cualquier sitio que vaya.
Adonde llegue el Desenfreno, en una ciudad o en
una nación, la Guerra y las luchas enseguida vienen
tras él.
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