domingo, 7 de enero de 2018

El leñador y Hermes

Un hombre que cortaba leña junto a un río perdió su
hacha. Así pues, sin saber qué hacer, se quejaba
sentado a la orilla. Hermes, comprendiendo el motivo
y compadecido del hombre, se sumergió en el río, sacó
un hacha de oro y le preguntó si era ésa la que había
perdido. Como aquél dijera que no, Hermes bajó de
nuevo y sacó una de plata. Al decir él que tampoco era
la suya, bajó por tercera vez y sacó la suya. Cuando
dijo él que ésa sí era la que había perdido, Hermes,
acogiendo con agrado su honradez, le regaló las tres.
El leñador volvió junto a sus compañeros y les contó
lo sucedido. Y uno de ellos quiso que le ocurriera lo
mismo; se fue al río y luego de dejar caer adrede su
hacha a la corriente, se sentó llorando. Pues bien,
Hermes se le apareció también y comprendiendo el
motivo del llanto, se sumergió igualmente, sacó un
hacha de oro y le preguntó si ésa era la que había
perdido. Él dijo con agrado: «Sí, sin duda, ésta es». Y
el dios, aborreciendo tal desvergüenza, no sólo se
quedó con aquélla, sino que tampoco le devolvió la
suya.
La fábula muestra que la divinidad se opone a los
injustos tanto como ayuda a los justos.

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