Un rico estableció su vivienda junto a un curtidor;
no pudiendo soportar el mal olor, no dejaba de
insistirle para que se mudase. Éste siempre le daba
largas, diciendo que se mudaría al cabo de poco
tiempo. Tras muchos años de repetirse lo mismo,
ocurrió que pasado un tiempo el rico, habituado al
olor, ya no le importunó más.
La fábula muestra que la costumbre mitiga hasta lo
desagradable de las cosas.
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