Asustadas las liebres de un
estruendo,
echaron a correr todas, diciendo:
«A quien la vida cuesta tanto
susto,
la muerte causará menos disgusto»
Llegan a una laguna de esta
suerte
a dar en lo profundo con la
muerte.
Al ver a tanta Rana que,
asustada,
a las aguas se arroja a su
llegada,
«Hola, dijo una liebre, ¿conque,
hay otras
tan tímidas, que aún tiemblan de
nosotras?
Pues suframos con ellas el
destino.»
Conocieron sin más su desatino.
Así la suerte adversa es tolerable
comparada con otra miserable.
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