Huyendo de enemigos cazadores
una Cierva ligera;
siente ya fatigada en la carrera
más cercanos los perros y
ojeadores.
No viendo la infeliz algún seguro
y vecino paraje
de gruta o de ramaje,
crece su timidez, crece su apuro.
Al fin, sacando fuerzas de
flaqueza,
continúa la fuga presurosa;
halla al paso una Viña muy
frondosa,
y en lo espeso se oculta con
presteza.
Cambia el susto y pesar en
alegría,
viéndose a paz y a salvo en tan
buen hora.
olvida el bien, y de su defensora
los frescos verdes pámpanos
comía.
Mas ¡ay! que de esta suerte,
quitando ella las hojas de
delante,
abrió puerta a la flecha
penetrante,
y el listo Cazador la dio la
muerte.
Castigó con la pena merecida
el justo cielo[7] a la cierva ingrata.
Mas ¿qué puede esperar el que maltrata
al mismo que le está dando la vida?
[7] Hay que evitar la sinalefa para la correcta medida del endecasílabo. <<
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