A una Tortuga una Águila
arrebata;
la ladrona se apura y desbarata
por hacerla pedazos,
ya que no con la garra, a
picotazos.
Viéndola una Corneja en tal faena,
la dice: «En vano tomas tanta
pena:
¿No ves que es la Tortuga, cuya
casa
diente, cuerno ni pico la
traspasa,
y si siente que llaman a su
puerta,
se finge la dormida, sorda o
muerta?»
«Pues ¿qué he de hacer?»
«Remontarás tu vuelo,
y en mirándote allá cerca del
cielo
la dejarás caer sobre un peñasco,
y se hará una tortilla el duro
casco.»
La Águila, porque diestra lo
ejecuta,
y la Comeja astuta,
por autora de aquella maravilla,
juntamente comieron la tortilla.
¿Qué podrá resistirse a un poderoso
guiado de un consejo malicioso?
De estos tales se aparta el que es prudente;
y así por escaparse de esta gente
las descendientes de la tal Tortuga
a cuevas ignoradas hacen fuga.
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