jueves, 4 de enero de 2018

El Raposo y el Lobo

 

Un triste Raposo
por medio del llano
marchaba sin piernas,
cual otro soldado
que perdió las suyas
allá en Campo Santo.
Un Lobo le dijo:
«Hola, buen hermano,
diga, ¿en qué refriega
quedó tan lisiado?»
«¡Ay de mí! responde;
un maldito rastro
me llevó a una trampa,
donde por milagro,
dejando una pierna,
salí con trabajo.
Después de algún tiempo
iba yo cazando,
y en la trampa misma
dejé pierna y rabo.»
El Lobo le dice:
«Creíble es el caso.
yo estoy tuerto, cojo
y desorejado
por ciertos mastines,
guardas de un rebaño.
Soy de estas montañas
el Lobo decano;
y como conozco
las mañas de entrambos,
temo que acabemos,
no digo enmendados,
sino tú en la trampa,
y yo en el rebaño.»
¡Que el ciego apetito
pueda arrastrar tanto!
A los brutos pase.

¡Pero a los humanos!…

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