Recoge un Pescador su red
tendida,
y saca un pececillo. «Por tu
vida,
exclamó el inocente prisionero,
dame la libertad: sólo la quiero,
mira que no te engaño,
porque ahora soy ruin; dentro de
un año
sin duda lograrás el gran consuelo
de pescarme más grande que mi
abuelo.
¡Qué! ¿te burlas? ¿te ríes de mi
llanto?
sólo por otro tanto
a un hermanito mío
un Señor pescador lo tiró al
río.»
«¿Por otro tanto al río? ¡qué
manía!
Replicó el pescador: ¿pues no
sabía
que el refrán castellano
dice: ¡Más vale pájaro en la mano…! [10]
A sartén te condeno; que mi panza
no se llena jamás con la
esperanza.»
[10] Es la misma moraleja que veremos en El Lobo y el Perro Flaco. <<
No hay comentarios.:
Publicar un comentario