De los confusos pueblos apartado,
un anciano Pastor vivió en su
choza,
en el feliz estado en que se goza
existir ni envidioso ni envidiado[4].
No turbó con cuidados la riqueza
a su tranquila vida,
ni la extremada mísera pobreza
fue del dichoso anciano conocida.
Empleado[5] en su
labor gustosamente
envejeció; sus canas, su
experiencia
y su virtud le hicieron,
finalmente,
respetable varón, hombre de
ciencia.
Voló su grande fama por el mundo;
y llevado de nueva tan extraña,
acercóse un Filósofo profundo
a la humilde cabaña,
y preguntó al Pastor: «Dime, ¿en
qué escuela
te hiciste sabio? ¿Acaso te
ocupaste
largas noches leyendo a la candela?
¿A Grecia y Roma sabias
observaste?
¿Sócrates refinó tu
entendimiento?
¿La ciencia de Platón has tú
medido
o pesaste de Tulio[6]
el gran talento,
o tal vez, como Ulises[7],
has corrido
por ignorados pueblos y confusos
observando costumbres, leyes y usos?»
«Ni las letras seguí, ni como
Ulises
(humildemente respondió el
anciano),
discurrí por incógnitos países.
Sé que el género humano
en la escuela del mundo lisonjero
se instruye en el doblez y la
patraña.
con la ciencia que engaña
¿Quién podrá hacerse sabio
verdadero?
Lo poco que yo sé me lo ha
enseñado
naturaleza en fáciles lecciones:
un odio firme al vicio me ha
inspirado,
ejemplos de virtud da a mis
acciones.
Aprendí de la abeja lo
industrioso,
y de la hormiga, que en guardar
se afana,
a pensar en el día de mañana.
Mi mastín, el hermoso
y fiel sin semejante,
de gratitud y lealtad constante
es el mejor modelo,
y si acierto a copiarle, me
consuelo.
Si mi nupcial amor lecciones
toma,
las encuentra en la cándida
paloma[8].
La gallina a sus pollos abrigando
con sus piadosas alas como madre,
y las sencillas aves aun volando,
me prestan reglas para ser buen
padre.
Sabia naturaleza, mi maestra,
lo malo y lo ridículo me muestra
para hacérmelo odioso.
Jamás hablo a las gentes
con aire grave, tono jactancioso,
pues saben los prudentes
que, lejos de ser sabio el que
así hable,
será un búho solemne,
despreciable.
Un hablar moderado,
un silencio oportuno
en mis conversaciones he
guardado.
El hablador molesto e importuno
es digno de desprecio.
Quien escuche a la urraca será un
necio.
A los que usan la fuerza y el
engaño
para el ajeno daño,
y usurpan a los otros su derecho,
los debe aborrecer un noble
pecho.
Únanse con los lobos en la caza,
con milanos y halcones,
con la maldita serpentina raza,
caterva de carnívoros ladrones.
Mas ¡qué dije! Los hombres tan
malvados
ni aún merecen tener esos
aliados.
No hay dañino animal tan
peligroso
como el usurpador y el envidioso.
Por último, en el libro
interminable
de la naturaleza yo medito;
en todo lo creado es admirable:
Del ente más sencillo y pequeñito
una contemplación profunda
alcanza
los más preciosos frutos de
enseñanza.»
«Tu virtud acredita, buen anciano
(el Filósofo exclama),
tu ciencia verdadera y justa
fama.
vierte el género humano
en sus libros y escuelas sus
errores;
en preceptos mejores
nos da naturaleza su doctrina.
Así quien sus verdades examina
con la meditación y la experiencia,
llegará a conocer virtud y ciencia.»
[4] El mismo motivo que vimos en
el libro Cuarto, fábula II: El Asno y Júpiter. <<
[5]
Sinéresis. <<
[6]
Platón. Filósofo griego (427-347 a.d.C), discípulo de Sócrates y maestro
de Aristóteles. Su obra más conocida son los Diálogos, en algunos de los
cuales (Apología de Sócrates, Critón, Fedón, El banquete…) dejó datos
sobre la personalidad de Sócrates (470-399 a.d.C.), sus enseñanzas y su
muerte. Sus ideas filosóficas y políticas parten de la prioridad del bien común
sobre los intereses particulares.
Marco
Tulio Cicerón (106-43 a.d.C.), filósofo, político y el más grande orador
romano, descubrió la conspiración de Catilina siendo cónsul e hizo ejecutar a
los cómplices, por lo que se otorgó el título de Padre de la Patria. En
las lucas entre César y Pompeyo tomó partido por este último. Perdonado por
César, volvió a Roma y, cuando fue asesinado César, apoyó a su sobreino Octavio
contra Antonio. Murió asesinado por instigación de Fulvia, la mujer de Antonio,
a quien había atacado violentamente en sus Filípicas, que junto con las Catilinarias
y las Epístolas constituyen lo más valioso de su obra. <<
[7]
Ulises, el conocido protagonista de la Odisea recorrió «ignorados
pueblos y confusos», a consecuencia de la plegaria que el Cíclope Polifemo
elevó a su padre Neptuno, dios de los mares, quien, para vengar la ceguera de
su hijo, hizo andar a Ulises errante por el mar, y, náufrago varias veces,
llegar a Itaca tras muchos años de desventuras. <<
[8]
Samaniego se deja llevar aquí por los tópicos de la época sobre el
comportamiento animal. Lo que dice Pierre Bornecque de La Fontaine vale
igualmente para nuestro autor: «El fabulista atribuye a sus animales las
cualidades y defectos que halló en sus entepasados, harto diferentes de la
verdad científica mostrada por Buffon y sus sucesores, como el alemán Konrad
Lorenz: éste ha descubierto que el Zorro es mucho menos inteligente que el
Perro y el Lobo de las fábulas, que las Palomas son crueles, que el León es el
animal cazador más perezoso, y que las Hormigas y las Abejas la mayor parte del
tiempo se lo pasan sin hacer nada… La Fontaine se dejó engañar por los sabios
de su época.» <<
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