De la rama de un árbol un Carnero
degollado pendía;
en él a sangre fría
cortaba el remangado Carnicero.
El rebaño inocente,
que el trágico espectáculo
miraba,
de miedo, ni pacía ni balaba.
Un jabalí gritó: «Cobarde gente,
que miráis la carnívora matanza,
¿cómo no os[11]
vengáis del enemigo?»
«Tendrá, dijo un Carnero, su
castigo,
mas no de nuestra parte la
venganza.
La piel que arranca con sus
propias manos
sirve para los pleitos y la
guerra,
las dos mayores plagas de la
tierra,
que afligen a los míseros
humanos.
Apenas nos desuellan, se destina
para hacer pergaminos y tambores:
Mira cómo los hombres malhechores
labran en su maldad su propia ruina.»
[11] Verso defectuoso: para salvar
el endecasílabo es preciso evitar una sinalefa tan obvia como la que se daría
entre no y os. <<
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