Iban, mas no sé adonde
ciertamente,
u Caballo y un Asno juntamente;
este cargado, pero aquel sin
carga.
El grave peso, la carrera larga
causaron al Borrico tal fatiga,
que la necesidad misma le obliga
a dar en tierra. «Amigo
compañero,
no puedo más, decía; yo me muero.
Repartamos la carga, y será poca;
si no, se me va el alma por la
boca.»
Dice el otro: «Revienta
enhorabuena:
¿Por eso he de sufrir la carga
ajena?
Gran bestia seré yo si tal
hiciere.
miren y qué borrico se me muere.»
Tan justamente se quejó el
Jumento,
que expiró el infeliz en el
momento.
El Caballo conoce su pecado,
pues tuvo que llevar mal de su
grado
los fardos y aparejos todo junto,
ítem más el pellejo del difunto.
Juan, alivia en sus penas al vecino;
y él, cuando tú las tengas, déte ayuda;
si no lo hacéis así, temed sin duda
que seréis el Caballo y el Pollino.
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