Dos Machos caminaban: el primero,
cargado de dinero,
mostrando su penacho envanecido,
iba marchando erguido
al son de los redondos
cascabeles.
El segundo, desnudo de oropeles,
con un pobre aparejo solamente,
alargando el pescuezo
eternamente,
seguía de reata su jornada,
cargado de costales de cebada.
asieron de la rienda al
arrogante;
él se defiende, ellos le
maltratan,
y después que el dinero le
arrebatan,
huyen, y dice entonces el segundo:
«Si a estos riesgos exponen en el mundo
las riquezas, no quiero, a fe de macho,
dinero, cascabeles ni penacho.»
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