Dos ranas que vivían juntamente,
en un verano ardiente
se quedaron en seco en su laguna.
Saltando aquí y allí, llegó la
una
a la orilla de un pozo.
Llena entonces de gozo,
gritó a su compañera:
«Ven y salta ligera.»
Llegó, y estando entrambas a la
orilla,
notando como grande maravilla,
entre los agotados juncos y heno,
el fresco pozo casi de agua
lleno,
prorrumpió la primera: «¿A qué
esperamos,
que no nos arrojamos
al agua, que apacible nos
convida?»
La segunda responde:
«Inadvertida,
yo tengo igual deseo,
pero pienso y preveo
que, aunque es fácil al pozo
nuestra entrada,
la agua, con los calores
exhalada,
según vaya faltando,
nos irá dulcemente sepultando,
y al tiempo que salir
solicitemos,
en la Estigia laguna [7]
nos veremos.»
Por consultar al gusto solamente
entra en la nasa el pez incautamente,
el pájaro sencillo en la red queda,
¿y en qué lazos el hombre no se enreda?
[7] En la mitología griega era la laguna o río que debía cruzarse al morir. <<
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