La del alba sería[13]
la hora en que un Filósofo salía
A meditar al campo solitario,
en lo hermoso y lo vario,
que a la luz de la aurora nos
enseña
Naturaleza, entonces más risueña.
Distraído sin senda caminaba,
cuando llegó a un cortijo, donde
estaba
con un martillo el Rústico en la
mano,
en la otra un milano,
y sobre una portátil escalera.
«¿Qué haces de esa manera?»,
El Filósofo dijo.
«Castigar a un ladrón de mi
cortijo,
que en mi corral ha hecho más
destrozos
que todos los ladrones en Torozos[14].
Le clavo en la pared… ya estoy
contento…
sirve a toda tu raza de
escarmiento.»
«El matador es digno de la
muerte,
el Sabio dijo, mas si de esa
suerte
el milano merece ser tratado,
¿De qué modo será bien castigado
el hombre sanguinario, cuyos
dientes
devoran a infinitos inocentes,
y cuenta como mísera su vida,
si no hace de cadáveres comida?
Y aun tú, que así castigas los
delitos,
cenarías anoche tus pollitos.»
«Al mundo le encontramos de este
modo,
dijo airado el patán. Y sobre
todo,
si lo mismo son hombres que
milanos.
Guárdese no le pille entre mis
manos.»
El Sabio se dejó de reflexiones.
Al tirano le ofenden las razones
que demuestran su orgullo y tiranía;
mientras por su sentencia cada día
muere, viviendo él mismo impunemente,
por menores delitos otra gente.
[13]
Alusión al comienzo del capítulo 4 de la 1ª parte del Quijote: «La del
alba sería cuando don Quijote salió de la venta…» <<
[14]
Lugar ficticio, de acuñación popular, que Samaniego utiliza por razones de
rima. Todavía puede rastrearse a principios del siglo XX. Así, R. Pérez de
Ayala en Tinieblas en las cumbres: «Pero Fernando ignoraba la topografía
del mechinal, y para el caso era lo mismo que si le dijeran escóndete en el
monte de Torozos». <<
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