En una trampa una Onza
inadvertida
dio mísera caída.
Al verla sin defensa,
corrieron a la ofensa
los vecinos Pastores,
no valerosos, pero sí traidores.
Cada cual por su lado
la maltrataba airado,
hasta dejar sus fuerzas
desmayadas,
unos a palos, otros a pedradas.
al fin la abandonaron por
perdida;
pero viéndola dar muestras de
vida,
cierto Pastor, dolido de su
suerte,
por evitar su muerte,
la arrojó la mitad de su
alimento,
con que pudiese recobrar aliento.
Llega la noche, témplase la saña;
marchan a descansar a la cabaña
todos, con esperanza muy fundada
de hallarla muerta por la
madrugada;
mas la fiera entre tanto,
volviendo poco a poco del
quebranto,
toma nuevo valor y fuerza nueva;
salta, deja la trampa, va a su
cueva,
y, al sentirse del todo
reforzada,
sale, sí, muy ligera, pero más
airada [11].
Ya destruye ganados,
ya deja los Pastores destrozados;
nada aplaca su cólera violenta,
todo lo tala, en todo se
ensangrienta.
El buen Pastor, por quien tal vez
vivía,
lleno de horror, la vida le
pedía.
«No serás maltratado,
dijo la Onza, vive descuidado;
que yo sólo persigo a los
traidores
que me ofendieron, no a mis
bienhechores.»
Quien hace agravios tema la venganza;
quien hace bien, al fin el premio alcanza.
[11] Verso defectuoso, aunque aparece así en todas las ediciones. Para eliminarle las dos sílabas que le sobran hay tres posibilidades: «sale, sí, muy ligera, mas airada», «sale, sí, muy ligera, pero airada» o «sale, sí, muy ligera, y más airada». <<
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