Pensaba en elegir la reina Muerte
un ministro de Estado:
Le quería de suerte
que hiciese floreciente su
reinado.
«El Tabardillo, Gota, Pulmonía
y todas las demás enfermedades,
yo conozco, decía,
que tienen excelentes calidades.
Mas ¿qué importa? La Peste, por
ejemplo,
un ministro sería sin segundo;
pero ya por inútil la contemplo,
habiendo tanto médico en el
mundo.
Uno de éstos elijo…[22]
Mas no quiero,
que están muy bien premiados sus
servicios
sin otra recompensa que el
dinero.»
Pretendieron la plaza algunos
vicios,
alegando en su abono mil razones.
Consideró la Reina su
importancia,
y después de maduras reflexiones,
el empleo ocupó la Intemperancia.
[22] La sátira contra los médicos
ha sido constante en la historia de la literatura. Como se ve, tampoco se
olvidó de ellos Samaniego. <<
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