Una comadreja, como hubiese oído que en una
granja había unas gallinas enfermas, haciéndose pasar
por médico y llevando el instrumental de tal
ocupación, se presentó allí, y, parada ante el gallinero,
les preguntó cómo estaban. Ellas, respondiendo,
dijeron: «Bien si tú te alejas de aquí».
Así, los hombres malvados tampoco pasan
inadvertidos a los prudentes, aunque finjan las
mayores bondades.
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