Un hombre que había tallado un Hermes de madera
lo llevó a la plaza y trataba de venderlo. Como no se
acercara ningún comprador y quisiera atraerse a
alguno, pregonaba a voces que vendía un dios
benefactor y proveedor de ganancias. Cuando uno de
los que se hallaban por allí le dijo: «¡Eh tú! ¿y por qué
lo vendes si tiene tales cualidades? ¿No sería mejor
que tú te aprovechases de sus beneficios?», respondió:
«Yo necesito beneficios rápidos y él suele
proporcionar las ganancias lentamente».
La fábula es oportuna para el avaro que no se
preocupa ni de los dioses.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario