sábado, 6 de enero de 2018

El águila y la zorra

Un águila y una zorra que habían trabado amistad
decidieron habitar cerca una de otra, suponiendo que el
trato reforzaría su amistad. Entonces el águila subió a
un árbol muy alto y empolló; la zorra se metió entre las
matas que había debajo y parió. En cierta ocasión,
cuando la zorra había salido a por comida, el águila,
falta de alimento, bajó a las matas y, tras arrebatar a las
crías, las devoró junto con sus polluelos. Cuando la
zorra, a su regreso, supo lo ocurrido, no se afligió tanto
por la muerte de sus crías como por la dificultad de
tomar venganza; pues al ser un animal terrestre no
podía perseguir a uno volador. Por eso, de lejos
maldecía a su enemiga, lo único que les queda a los
incapaces y débiles. Mas ocurrió que, no mucho
después, el águila pagó el castigo por su crimen contra
la amistad. Pues, cuando unos estaban sacrificando una
cabra en el campo, descendió volando y arrebató del
altar una víscera en ascuas. Después que la hubo
llevado a su nido, se levantó un fuerte viento y de una
paja fina y seca prendió un fuego brillante. Y a causa
de él los polluelos, quemados —pues todavía no
podían volar—, cayeron al suelo. La zorra se acercó
corriendo y los devoró a todos a la vista del águila.
La fábula muestra que los que traicionan la amistad,
aunque logren evitar el castigo de los perjudicados por
su debilidad, sin embargo, al menos, no escapan al
castigo del dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario