viernes, 5 de enero de 2018

El Té y la Salvia

(Algunos sólo aprecian la literatura extranjera, y no tienen la menor noticia de la de su nación.)

            El Té, viniendo del imperio chino,
            se encontró con la Salvia en el camino.
            Ella le dijo: «¿Adónde vas, compadre?»
            —«A Europa voy, comadre,
            donde sé que me compran a buen precio.»
            —«Yo (respondió la Salvia) voy a China,
            que allá con sumo aprecio
            me reciben por gusto y medicina.[4]
            En Europa me tratan de salvaje,
            y jamás he podido hacer fortuna.»
            —«Anda con Dios. No perderás el viaje,
            pues no hay nación alguna
            que a todo lo extranjero
            no dé con gusto aplausos y dinero.»
            La Salvia me perdone,
            que al comercio su máxima se opone.
            Si hablase del comercio literario,
            yo no defendería lo contrario;
            porque en él para algunos es un vicio
            lo que es en general un beneficio;
            y español que tal vez recitaría
            quinientos versos de Boileau y el Taso,
            puede ser que no sepa todavía

            en qué lengua los hizo Garcilaso.

[4] Los chinos estiman tanto la salvia, que por una caja de esta hierba suelen dar dos, y a veces tres, de té verde. Véase el Diccionario de Historia natural, de M. Valmont de Bomare, en el artículo Sauge. <<


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