Una noche de Mayo,
dentro de un bosque espeso,
donde, según reinaba
la triste oscuridad con el
silencio,
parece que tenía
su habitación Morfeo [8];
cuando todo viviente
disfrutaba de dulce y blando
sueño,
pendiente de una rama
un Ruiseñor parlero
empezó con sus ayes
a publicar sus dolorosos celos.
Después de mil querellas,
que llegaron al cielo,
a cantar empezaba
la antigua historia del infiel
Teseo [9]
cuando, sin saber cómo,
un cazador mochuelo
al músico arrebata
entre las corvas uñas prisionero.
Jamás Pan [10] con la
flauta
igualó sus gorjeos,
ni resonó tan grata
la dulce lira del divino Orfeo [11];
no obstante, cuando daba
sus últimos lamentos,
los vecinos del bosque
aplaudían su muerte; yo lo creo.
Si con sus serenatas
el mismo Farinelo [12]
viniese a despertarme
mientras que yo dormía en blando
lecho,
en lugar de los bravos,
diría: «Caballero,
¡que no viniese ahora
para tal ruiseñor algún
mochuelo!»
Clori tiene mil gracias
¿Y gué logra con eso?
Hacerse fastidiosa
por no querer usarlas a su tiempo.
[8] Dios del sueño en la
mitología griega y romana, hijo del Sueño y de la Noche. Suele tomarse
metonímicamente por el sueño. <<
[9]
Héroe mitológico ateniense que mató al Minotauro, encerrado en el Laberinto de
Creta, del que pudo salir siguiendo el hilo de Ariadna. Ariadna había prometido
ayudar a Teseo a condición de que se casara con ella: una vez muerto el
Minotauro, Teseo se la lleva con él a la nave. «Más al llegar a la altura de la
isla de Naxos, el navío fondea en la isla, y desembarcan Teseo y Ariadna. Allí
se produce la celebérrima separación de Teseo y Ariadna, cuya versión más común
es el abandono de Ariadna, dormida, por Teseo, pero de la que existe otra
versión según la cual, estando ambos en la isla, llega Baco y rapta a Ariadna»
(Ruiz de Elvira, Mit. clás., VI, 6). Samaniego, al aludir a la «historia
del infiel Teseo», ha seguido, pues, la primera versión. <<
[10]
«Pan es el dios pastoril de Arcadia, con pezuñas, cuernos y orejas de macho
cabrío, invertor del caramillos [la flauta que menciona Samaniego], productor,
en el ganado, de las estampidas o pánico, sobre todo cuando se le
despierta de sus sista» (Ruiz de Elvira, Mit. clás., II, 6). <<
[11]
Se refiere a Orfeo, poeta y músico de la mitología griega, que con la sublime
belleza de su voz y de su lira era capaz de encantar, «en sentido a la
vez metafórico, que es habitual, y literal, esto es sufriendo los efectos
mágicos del canto» de Orfeo, cuyo poder se evidenciaba en el hecho de que «árboles,
piedras y animales acudían a escuchar a Orfero, y hasta los ríos detenían su
curso para lo mismo» (Ruiz de Elvira, Mit. clás., II, 6). La virtud de
su canto alcanzó a los mismos dioses infernales, que le devolvieron a su esposa
Eurídice. <<
[12]
El italiano Carlo Broschi, llamado Farinelli o Farinelo (1705-1782) fue
quizá el más grande soprano de su tiempo. J.L. Sampedro lo ha evocado así en Octubre,
Octubre: «Las mujeres le adoraban tanto como los hombres. En Londres un
sagaz empresario le enfrenró con su rival Senesino en la ópera Artajerjes
y la orquesta fascinada dejó de tocar cuando Farinelli inició su aria mienstras
Senesino, olvidando su papel principal de Gran Rey, abrazó llorando a su
encadenado prisionero. Una dama del público grió fuera de sí: »¡Sólo hay un
Dios y sólo un Farinelli!«. Después trinfó en España donde nueve años, noche
tras noche, sosegó la morbosa melancolía de Felipe V repitiendo las mismas
cuatro canciones en un ritual para íntimos. Fernando VI le nombró luego
comendador de Calatrava y Farinelli regentó el teatro de la reina Bárbara de
Braganza, para el cual inventó un aparato simulador de la lluvia. Al austero
cazador Carlos III no le fue grato y Farinelli salió de España. Murió en
Bolonia, rico y agasajado todavía, a los 77 años». <<
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