jueves, 4 de enero de 2018

El Lobo y el Mastín

Trampas, redes y perros
los celosos pastores disponían
en lo oculto del bosque y de los cerros,
porque matar querían
a un Lobo por el bárbaro delito
de no dejar a vida ni un cabrito.
Hallóse cara a cara
un Mastín con el Lobo de repente,
y cada cual se para,
tal como en Zama estaban frente a frente,
antes de la batalla, muy serenos
Aníbal y Scipión [7], ni más ni menos.
En esta suspensión, treguas propone
el Lobo a su enemigo.
el Mastín no se opone,
antes le dice: «Amigo,
es cosa bien extraña, por mi vida,
meterse un señor Lobo a cabricida.
Ese cuerpo brioso
y de pujanza fuerte,
que mate al jabalí, que venza al oso.
Mas ¿qué dirán al verte
que lo valiente y fiero
empleas en la sangre de un cordero?»
El Lobo le responde: «Camarada,
tienes mucha razón; en adelante
propongo no comer sino ensalada.»
Se despiden y toman el portante.
Informados del hecho
los pastores, se apuran y patean;
agarran al Mastín y le apalean.
Digo que fue bien hecho;
pues en vez de ensalada, en aquel año
se fue comiendo el Lobo su rebaño.
¿Con una reprensión, con un consejo

se pretende quitar un vicio añejo?

 [7] En Zama (ciudad norteafricana situada al SO de Cartago) se enfrentaron definitivamente el general cartaginés Aníbal (247-183 a.d.C) y el general romano Publio Cornelio Escipión Emiliano, El Africano (235-183 a.d.C.). Aníbal, que había destruido Sagunto y había llevado la guerra a territorio romano, atravesando los Alpes y venciendo sucesivamente en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, tuvo que retirarse a sus tierras de Cartago, donde fue alcanzado por Escipión. En Zama se dio la batalla decisiva. Vencido Aníbal, se retiró a Bitinia, donde se envenenó. <<

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