miércoles, 3 de enero de 2018

El León con su ejército



El León, rey de los bosques poderoso,
quiso armar un ejército famoso.
Juntó sus animales al instante:

Empezó por cargar al elefante
un castillo con útiles, y encima
rabiosos lobos, que pusiesen grima.
Al oso le encargó de los asaltos;
al mono con sus gestos y sus saltos
mandó que al enemigo entretuviese;
a la zorra que diese
ingeniosos ardides al intento.
Uno gritó: «La liebre y el jumento.
éste por tardo, aquélla por medrosa,
de estorbo servirán, no de otra cosa.»
«¿De estorbo? dijo el Rey; yo no lo creo.
en la liebre tendremos un correo,
y en el asno mis tropas un trompeta.»
Así quedó la armada bien completa.
Tu retrato es el León, Conde prudente,
y si a tu imitación, según deseo,
examinan los jefes a su gente,
a todos han de dar útil empleo.
¿Por qué no lo han de hacer? ¿Habrá cucaña
como no hallar ociosos en España[3] ?
  [3] El conde de Peñaflorida no se cansaba de decir que la ociosidad era el peor vicio en que podía caer un noble. Cucaña: aquí, bicoca. <<

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