Una Águila anidó sobre una
encina.
al pie criaba cierta Jabalina,
y era un hueco del tronco
corpulento
de una Gata y sus crías aposento.
Esta gran marrullera
sube al nido del Águila altanera,
y con fingidas lágrimas la dice:
«¡Ay, mísera de mí! ¡ay,
infelice![18]
este sí que es trabajo:
La vecina que habita el cuarto
bajo,
como tú misma ves, el día pasa
hozando los cimientos de la casa.
La amainará, y en viendo la
traidora
por tierra a nuestros hijos, los
devora.»
Después que dejó al Águila
asustada,
a la cueva se baja de callada,
y dice a la cerdosa[19]:
«Buena amiga,
has de saber que la Águila
enemiga,
cuando saques tus crías hacia el
monte,
las ha de devorar; así disponte.»
La Gata, aparentando que temía,
se retiró a su cuarto, y no salía
sino de noche, que con maña
astuta
abastecía su pequeña gruta.
La Jabalina, con tan triste
nueva,
no salió de su cueva.
La Águila, en el ramaje temerosa
haciendo centinela, no reposa.
En fin, a ambas familias la
hambre mata,
y de ellas hizo víveres la Gata.
Jóvenes, ojo alerta, gran cuidado;
que un chismoso en amigo disfrazado
con copa de amistad cubre sus trazas,
y así causan el mal sus añagazas.
[18] Es la misma exclamación de Segismundo, el protagonista de La vida es sueño (acto I, esc. 2), de Calderón. También el arcaísmo infelice, como el do (=donde), se ha empleado con frecuencia en poesía, sobre todo en finales de verso por razones de rima. <<
[19] La llama cerdosa porque el jabalí pertenece, como el cerdo, a la familia de los suidos, y se lo considera una especie de cerdo salvaje. <<
[19] La llama cerdosa porque el jabalí pertenece, como el cerdo, a la familia de los suidos, y se lo considera una especie de cerdo salvaje. <<
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