Una comadreja que había cogido un gallo quiso
comérselo con un pretexto razonable. Y le acusaba de
que era molesto para los hombres por cantar durante la
noche, sin dejarles conciliar el sueño. Éste, en su
defensa, decía que lo hacía para provecho de aquéllos,
porque los despertaba para sus trabajos habituales.
Entonces la comadreja le acusó de ser impío con
respecto a la naturaleza, pues cubría a su madre y a sus
hermanas. Como éste dijera que también lo hacía en
provecho de los amos, pues con eso les ponían muchos
huevos, la comadreja dijo: «Aunque tienes abundancia
de justificaciones de buena apariencia, yo, sin
embargo, no voy a quedarme sin comida» y lo devoró.
La fábula muestra que la naturaleza malvada,
cuando se ha propuesto delinquir, si no puede hacerlo
con un pretexto razonable, comete el mal a las claras.
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