(Los escritores
sensatos, aunque se digan desatinos de sus obras, continúan trabajando.)
En
tu presencia, venerable Río,
(al
Tajo de este modo habló una Fuente)
de
un Poeta me quejo amargamente,
porque
ha dicho (y no hay tal) que yo me río.
Un
Arroyo añadió: Sí, Padre mío;
es
una furia lo que ese hombre miente.
Yo
voy a mi camino, no censuro,
y,
con todo, ha fingido que murmuro.
Dicen
que el Tajo luego
así
les respondió con gran sosiego:
«¿No
tengo yo también oro en mi arena?
¿pues
qué? ¿De los Poetas os espantan
los
falsos testimonios?… No os dé pena.
Mayores
entre sí se los levantan.
Reid
y murmurad enhorabuena.»
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