(Ordinariamente no
es escritor de gran mérito el que hace venal el ingenio.)
Un
pintado Guacamayo
desde
un mirador veía
cómo
un extranjero payo
(que
saboyano sería)
por
dinero una alimaña
enseñaba,
muy feota,
dándola
por cosa extraña;
es
a saber, la Marmota.
Salía
de su cajón
aquel
ridículo bicho;
y
el ave desde el balcón
le
dijo: «¡Raro capricho!
«Siendo
tú fea, ¡que así
dinero
por verte den,
cuando
siendo hermoso, aquí
todos
de balde me ven!
«Puede
que seas, no obstante,
algún
precioso animal;
mas
yo tengo ya bastante
con
saber que eres venal.»
Oyendo
esto un mal autor,
se
fue como avergonzado.
—¿Por
qué? —Porque un impresor
le
tenía asalariado.
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