(Lo delicado y ameno
de las buenas letras no agrada a los que se entregan al estudio de una
erudición pesada y de mal gusto.)
Tengo
para una fábula un asunto,
que
pudiera muy bien… pero algún día
suele
no estar la musa muy en punto.
Esto
es lo que hoy me pasa con la mía;
y
regalo el asunto a quien tuviere
más
despierta que yo la fantasía;
porque
esto de hacer fábulas requiere
que
se oculte en los versos el trabajo,
lo
cual no sale siempre que uno quiere.
Será,
pues, un pequeño Escarabajo
el
héroe de la fábula dichosa,
porque
conviene un héroe vil y bajo.
De
este insecto refieren una cosa:
que,
comiendo cualquiera porquería,
nunca
pica las hojas de la rosa.
Aquí
el autor con toda su energía
irá
explicando, como Dios le ayude,
aquella
extraordinaria antipatía.
La
mollera es preciso que le sude
para
insertar después una advertencia
con
que entendamos a lo que esto alude;
y
según le dictare su prudencia,
echará
circunloquios y primores,
con
tal que diga en la final sentencia:
que
así como la reina de las flores
al
sucio Escarabajo desagrada,
así
también a góticos doctores
toda
invención amena y delicada.
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