La pobre apeló entonces a su sola energía; trabajó con afán, luchó, peleó, conquistó tierra, volvió a cavar su cueva, la agrandó paulatinamente, se creó una familia que poco a poco se hizo poderosa.
Y vinieron entonces a ofrecerse todas las vizcachas del pago, con mil zalamerías, poniendo a su disposición elementos de todas clases para cualquier cosa que se le ocurriera.
Dio las gracias. Ya no necesitaba nada.
Al pobre que pide ayuda: ¡palos!, que sólo cuando ya no la precise, se la vendrán a ofrecer.
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