(No ha de
considerarse en un autor la edad, sino el talento.)
Un
Gallo, presumido
de
luchador valiente,
y
un Pollo algo crecido,
no
sé por qué accidente
tuvieron
sus palabras, de manera
que
armaron una brava pelotera.
Dióse
el Pollo tal maña,
que
sacudió a mi Gallo lindamente,
quedando
ya por suya la campaña,
y
el vencido sultán de aquel serrallo
dijo,
cuando el contrario no lo oía:
«¡Eh!,
con el tiempo no será mal Gallo:
el
pobrecillo es mozo todavía.»
Jamás
volvió a meterse con el Pollo;
mas
en otra ocasión, por cierto embrollo,
teniendo
un choque con un Gallo anciano,
guerrero
veterano,
apenas
le quedó pluma ni cresta:
y
dijo al retirarse de la fiesta:
«Si
no mirara que es un pobre viejo…
pero
chochea y por piedad le dejo.»
Quien
se meta en contienda,
verbigracia
de asunto literario,
a
los años no atienda,
sino
a la habilidad de su adversario.
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