(La perfección de
una obra consiste en la unión de lo útil y de lo agradable.)
En
un jardín de flores
había
una gran fuente,
cuyo
pilón servía
de
estanque a carpas, tencas y otros peces.
Únicamente
al riego
el
jardinero atiende,
de
modo que entre tanto
los
peces agua en que vivir no tienen.
Viendo
tal desgobierno,
su
amo le reprende;
pues
aunque quiere flores,
regalarse
con peces también quiere.
Y
el rudo jardinero
tan
puntual le obedece,
que
las plantas no riega
para
que el agua del pilón no merme.
Al
cabo de algún tiempo
el
amo al jardín vuelve,
halla
secas las flores,
y
amostazado, dice de esta suerte:
«Hombre,
no riegues tanto,
que
me quede sin peces;
ni
cuides tanto de ellos,
que
sin flores, gran bárbaro, me dejes.»
La
máxima es trillada,
mas
repetirse debe:
si
al pleno acierto aspiras,
une
la utilidad con el deleite.
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