(También en la literatura suele dominar el espíritu de
paisanaje.)
Para
pasar el tiempo congregada
una
tertulia de animales varios
(que
también entre brutos hay tertulias),
mil
especies en ella se tocaron.
Hablóse
allí de las diversas prendas
de
que cada animal está dotado:
éste
a la hormiga alaba, aquél al perro;
quién
a la Abeja, quién al Papagayo.
«No
(dijo el Avestruz): en mi dictamen
no
hay más bello animal que el Dromedario.»
El
Dromedario dijo: «Yo confieso
que
solo el Avestruz es de mi agrado.»
Ninguno
adivinó por qué motivo
tan
raro gusto acreditaban ambos.
¿Será
porque los dos abultan mucho?
¿O
por tener los dos los cuellos largos?
¿O
porque el Avestruz es algo simple,
y
no muy advertido el Dromedario?
¿O
bien porque son feos uno y otro?
¿O
porque tienen en el pecho un callo?
O
puede ser también… «No es nada de eso
(la
Zorra interrumpió); ya di en el caso.
¿Sabéis
por qué motivo el uno al otro
tanto
se alaban? Porque son paisanos.»[3]
En
efecto, ambos eran berberiscos;
y
no fue juicio, no, tan temerario
el
de la Zorra, que no pueda hacerse
tal
vez igual de algunos literatos.
[3] Amor patriæ [ratione]
valentior omni. (Ovid., Ex Ponto, epist. III, lib. I.) <<
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