Una bruja entendida en conjuros y remedios contra
la cólera de los dioses tenía una abundante clientela
con la que se ganaba muy bien la vida. Unos la
denunciaron acusándola de que introducía
innovaciones en materia religiosa, la llevaron a juicio y
fue condenada a muerte. Al ver uno que la sacaban del
tribunal dijo: «¡Eh tú!, la que prometes evitar las iras
de los dioses, ¿cómo no pudiste persuadir ni siquiera a
los hombres?».
De esta fábula se podría servir uno contra una
embaucadora que, aunque promete cosas
extraordinarias, se muestra incapaz de llevar a cabo las
normales.
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