jueves, 7 de julio de 2016

El Águila y el Escarabajo



«¡Que me matan! ¡Favor!»: Así clamaba
una liebre infeliz, que se miraba
en las garras de una Águila sangrienta.
A las voces, según Esopo cuenta,
acudió un compasivo Escarabajo;
y viendo a la cuitada en tal trabajo,
por libertarla de tan cruda muerte,
lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida!
¿Por qué quitas la vida
a este pobre animal, manso y cobarde?
¿No sería mejor hacer alarde
de devorar a dañadoras fieras,
o ya que resistencia hallar no quieras,
cebar tus uñas y tu corvo pico
en el frío cadáver de un borrico?»
Cuando el Escarabajo así decía,
la[4] Águila con desprecio se reía,
y sin usar de más atenta frase,
mata, trincha, devora, pilla y vase[5].
El pequeño animal así burlado
quiere verse vengado.
En la ocasión primera
vuela al nido del Águila altanera,
halla solos los huevos, y arrastrando,
uno por uno fuelos despeñando;
mas como nada alcanza
a dejar satisfecha una venganza,
cuantos huevos ponía en adelante
se los hizo tortilla en el instante.
La reina de las aves sin consuelo,
remontaba su vuelo,
a Júpiter[6] excelso humilde llega,
expone su dolor, pídele, ruega
remedie tanto mal; el dios propicio,
por un incomparable beneficio,
en su regazo hizo[7] que pusiese
el Águila sus huevos, y se fuese;
que a la vuelta, colmada de consuelos,
encontraría hermosos sus polluelos.
Supo el Escarabajo el caso todo:
astuto e ingenioso hace de modo
que una bola fabrica diestramente
de la materia en que continuamente
trabajando se halla,
cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
y que, según yo pienso,
para los dioses no es muy buen incienso.
Carga con ella, vuela, y atrevido
pone su bola en el sagrado nido.
Júpiter, que se vio con tal basura,
al punto sacudió su vestidura,
haciendo, al arrojar la albondiguilla,
con la bola y los huevos su tortilla.
Del trágico suceso noticiosa,
arrepentida el Águila y llorosa
aprendió esa lección a mucho precio:
A nadie se le trate con desprecio,
como al Escarabajo,
porque al más miserable, vil y bajo,
para tomar venganza, si se irrita,
¿le faltará siquiera una bolita?

 [4] Aunque en este caso concreto Samaniego necesita el artícula la para la métrica del verso (sin la sinalefa el verso sería dodecasílabo), Samaniego vacila en las Fábulas a la hora de colocar el artículo el ante a tónica. <<
[5] Este tipo de enumeraciones en asíndeton, sobre todo de verbor y sustantivos, suele utilizarlas Samaniego con fines expresivos, cuando quiere dar idea de la rapidez y eficacia de la acción, como en este caso. <<
[6] Dios supremo de la mitología romana, equivalente de Zeus en la griega. Sus atributos eran el rayo y el trueno, y de ahí el nombre de Júpiter Tonante con que se lo denomina frecuentemente. <<
[7] En el siglo XVIII todavía se aspiraba la hache con cierta frecuencia. Aquí la aspiración evita la sinalefa, y así el verso resulta endecasílabo. <<

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