A la orilla de un pozo,
sobre la fresca yerba,
un incauto mancebo
dormía a pierna suelta.
Gritóle la Fortuna[3]:
«Insensato, despierta;
¿no ves que ahogarte puedes,
a poco que te muevas?
Por ti y otros canallas
a veces me motejan,
los unos de inconstante,
y los otros de adversa.
¡Reveses de Fortuna
llamáis a las miserias!;
¿por qué, si son reveses
de la conducta necia?»
[3] Divinidad alegórica de la mitología romana, hija de Júpiter y hermana del Hado, o, según otras fuentes, hija del Océano y hermana de las Parcas. Árbitra universal, distribuía ciegamente y a capricho los bienes y los males. Se la representaba con alas, de pie sobre una rueda (de ahí lo de «la rueda de la fortuna») y con los ojos vendados. <<
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